martes, junio 27, 2006

PARTICIPACIÓN Y MEJORAMIENTO DE LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN.

Hasta hace no mucho tiempo, los profesores soliamos decir que nadie debía opinar sobre nuestras prácticas pedagógicas, ni menos intervenir en ellas. Esto contra de las ideas expresadas por expertos en educación confirmadas por experiencias y estudios al respecto. La rebelión de los estudiantes nos puso en evidencia la ausencia de la participación de estos, al menos en términos de consulta, en la construcción de proyectos educativos o políticas, ya sean de los establecimientos, de las comunas o a nivel ministerial. Hoy comparten la mesa, circunstancialmente, con otros actores que pretenden dar luces sobre como construir una educación de calidad en nuestro país. Esta posibilidad, lograda a partir de una presión ejercida por los jóvenes, no servirá de mucho si no se producen cambios significativos que afecten los mecanismos de participación y que modifiquen desde los Centros de Alumnos tutelados por "profesores asesores" hasta las estrategias pedagógicas utilizadas al interior del aula. Recuerdo que ya en los años 60, del siglo pasado, se hablaba de la educación centrada en la persona, esa práxis se pretendió incorporar en la reforma educacional realizada en el gobierno de Eduardo Frei Montalva y aunque está estuvo más centrada en la cobertura, los que la vivimos como estudiantes, quedamos marcados, no solo del punto de vista de participación política sino que por la apertura de las escuelas y los liceos a la ciudad educativa, donde todas las actividades eran generadoras de aprendizajes significativos. Hoy, nuestra última reforma ha reafirmado la participación y el constructivismo como sus bases fundamentales con todas sus consecuencias las que, sin embargo, asoman timidamente como ejemplos aislados y muy particulares.
Otro estamento de la comunidad educativa, que ha sido frenado para su participación, es el de los apoderados, lease padres y madres o adultos significativos, reducidos a meros escuchadores en reuniones donde su protagonismo está dado por cuestiones accesorias a lo importante como es la educación de sus hijos, saber acerca de como los alumnos aprenden, son tratados y evaluados es un derecho de los apoderados y la escuela tiene el deber de abrir espacios para que este se pueda ejercer, el Ministerio de Educación ha entregado orientaciones y herramientas para que esto se produzca pero hay escuelas y docentes que se resisten. Pese a todo, concluimos con una mirada optimista, el movimiento estudiantil ha re puesto en nuestra sociedad la importancia de la participación y la urgencia de nuestras escuelas y liceos de abrirse más a la comunidad, hay ejemplos que deben multiplicarse como las madres colaboradoras en el aula que han demostrado que es posible la participación, no solo opinante sino que practicante junto al o la docente, produciendo más beneficios que problemas.

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