lunes, abril 02, 2007

Semana Santa, la Pasión de Cristo en América Latina

Por estos días de tanto fervor, de parroquias atestadas el Domingo de Ramos, el Jueves Santo, el Viernes en el Via Crucis, el Sábado en la Vigilia Pascual, es necesario preguntarnos que celebramos y quizas lo es más, el interrogarnos para que participamos de esto. Los sacerdotes repiten todos los años que esta es la semana más importante del cristianismo, que aquí Dios manifiesta su amor por todas las personas entregándo su vida y resucitándo a la vida eterna, este misterio es el que nos hace tener Fe y Esperanza en que esta vida tiene un sentido trascendente. La verdad que, en muchas de las prédicas que me ha tocado escuchar en los últimos años y el domingo recien pasado, este acontecimiento es circunscrito a "la semana" y, su efecto, reducido al ámbito de lo personal y, a lo sumo, de la familia renunciando a la dimensión social de la Fe. En verdad esta "semana" es el corolario del ejercicio de una misión realizada en medio de un contexto histórico, cultural, político y religioso, en un pueblo sometido por el Imperio Romano con la complicidad de las autoridades judías. La muerte de Jesús no es producto de las circunstancias de sus últimos días, es consecuencia de la subversión del orden establecido, es la vivencia de una liberación frente a las estructuras de la ley y que llama a una liberación mayor que tiene que ver con el amor a los marginados, el abandono de las riquezas y la comunión de los bienes.
Hoy, sería interesante poder encontrarse a reflexionar sobre el contexto en el que Jesús padece y sufre la pasión en América Latina, es posible que la mirada nos lleve a imagenes incomodas, alejadas de los iconos y adornos de nuestros templos, hace ya casi 30 años los Obispos Latinoamericanos nos llamaban la atención sobre los rostros sufrientes de Cristo en nuestro continente:
“La situación de extrema pobreza generalizada, adquiere en la vida real rostros muy concretos en los que deberíamos reconocer los rasgos sufrientes de Cristo, el Señor, que nos cuestiona e interpela: rostros de niños, golpeados por la pobreza desde antes de nacer, por obstaculizar sus posibilidades de realizarse a causa de deficiencias mentales y corporales irreparables, los niños vagos y muchas veces explotados, de nuestras ciudades, fruto de la pobreza y desorganización moral familiar; rostros de jóvenes, desorientados por no encontrar su lugar en la sociedad; frustrados, sobre todo en zonas rurales y urbanas marginales, por falta de oportunidades de capacitación y ocupación; rostros de indígenas y con frecuencia de afroamericanos, que viviendo marginados y en situaciones inhumanas, pueden ser considerados los más pobres entre los pobres; rostros de campesinos, que como grupo social viven relegados en casi todo nuestro continente, a veces, privados de tierra, en situación de dependencia interna y externa, sometidos a sistemas de comercialización que los explotan; rostros de obreros, frecuentemente mal retribuidos y con dificultades para organizarse y defender sus derechos; rostros de subempleados y desempleados, despedidos por las duras exigencias de crisis económicas y muchas veces de modelos de desarrollo que someten a los trabajadores y a sus familias a fríos cálculos económicos; rostros de marginados y hacinados urbanos, con el doble impacto de la carencia de bienes materiales, frente a la ostentación de la riqueza de otros sectores sociales; rostros de ancianos, cada día más numerosos, frecuentemente marginados de la sociedad del progreso que prescinde de las personas que no producen.Compartimos con nuestro pueblo otras angustias que brotan de la falta de respeto a su dignidad como ser humano, como imagen y semejanza del Creador y a sus derechos inalienables como hijos de Dios”.
Las preguntas que podriamos hcernos en nuestra semana santa, ¿El crecimiento económico ha borrado los rasgos sufrientes de Cristo en estos hermanos? ¿Nuestro bienestar es compartido por las mayorías, en nuestros paises? ¿Mi devoción me permite mirarme hacia adentro y a mi familia pero me limita para ver lo que pasa fuera de mi ambiente? ¿Estoy dispuesto a despojarme de, al menos, una parte de mi comodidad para cambiar, en algo, estas estructuras opresoras? Finalmente comparto la pregunta que se hace Leonardo Boff ¿Cómo anunciar hoy la Cruz de nuestro Señor Jesucristo? y por supuesto dejo un enlace para leer sus respuestas y reflexiones frente a ella.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si quieres saber por qué la Teología de la Liberación es una herejía perversa, con fundamentos teológicos y análisis del propio Papa Juan Pablo II (a quién, me imagino, respetas), lee este link:
Juan Pablo II y la "Teologia de la Liberación"

o el instructivo vaticano de 1984, con claras explicaciones teológicas que desnudan esta perversión marxista de la fe católica:
Libertatis nuntius