lunes, julio 09, 2007

La Audacia de Otro Paradigma

Buenos Aires - Mientras en Sudamérica se registra una tendencia hacia la formación de gobiernos de centro izquierda, en Europa se estaría consolidando la tendencia opuesta: un corrimiento político hacia el centro derecha. Esto lo confirmaría el triunfo en Francia del candidato presidencial de la derecha Nicolas Sarkozy, por más que su victoria señale una línea de continuidad política con su antecesor Jaques Chirac. Pero más aún lo ratificó, en 2006, el triunfo del centro derecha en Suecia, que accedió al gobierno luego de 70 años de la más estable de las socialdemocracias europeas. El panorama se completa con la presencia de gobiernos de este signo, por ejemplo, en Alemania y Polonia.Pero pese a los signos políticamente opuestos, la impresión es que tanto aquí como en Europa paradójicamente las principales razones de estos cambios son similares.En el caso europeo, ha entrado en crisis el modelo de “Estado de bienestar”, y como consecuencia su sistema de beneficios sociales (seguro de desempleo, subsidios varios, etc.), debido al alto costo que, por lo general, ya no es posible financiar con nuevos impuestos. En estos años, globalización mediante, en forma cada vez más creciente la actividad económica se desarrolla en diferentes lugares, lo cual ha reducido el control de cada Estado sobre los ingresos que pueden ser afectados por impuestos. A su vez, la baja o nula tasa de crecimiento demográfico ha reducido en gran medida la relación entre trabajadores activos (aportantes) y pasivos (jubilados y pensionados), por lo cual peligra la posibilidad de garantizar a futuro los actuales niveles de jubilaciones. Cómo financiar el explosivo gasto en educación, salud y demás “amortiguadores sociales”; una incógnita no resuelta de las últimas campañas electorales europeas.Este problema aumenta la incertidumbre en una sociedad poco dispuesta a renunciar a los beneficios conseguidos, y en la que grandes sectores gozan de un excelente nivel de bienestar, con una alta propensión al consumismo. La presencia de millones de inmigrantes dentro de los límites territoriales, a menudo en la marginalidad, y la presión en las fronteras de oleadas de desesperados en busca de un mejor futuro, hace que la seguridad, incluso en el plano laboral, sea uno de los principales temas de discusión. Para el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, esa sociedad opulenta ha canjeado el valor de la libertad por el de la seguridad. Hoy, Europa es una suerte de gigantesco country, vecino a una también gigantesca villa miseria -África- de la que se siente constantemente amenazada.Pero si en Europa la cuestión es conservar beneficios, en Sudamérica el tema oscila entre ampliar los pocos que hay y llegar a gozar de algunos. Luego de dos décadas de dramático crecimiento de la desigualdad, la promesa por una mayor justicia social ha sido clave para el mencionado vuelco regional hacia la centro-izquierda. Y más allá de los matices y errores cometidos que revelarían un atento análisis político, no se puede negar que existe un gran esfuerzo por tratar de revertir la enorme deuda social de los Estados.Sin embargo, en esta era post-industrial y de mercado global, también en nuestro escenario cabe plantear el debate sobre el nuevo rol dirigente del Estado, en cuanto garante y agente de desarrollo, frente a los fracasos del Estado “mínimo”, Estado “ausente” y Estado “elefante”.No obstante, la sociedad no puede dejar de hacerse cargo de quienes hoy el mercado expulsa, so pena de tornarse inhumana. La respuesta no es fácil. Pero es sugestivo el camino que, cada vez más, parece indicar la “economía civil” según el modelo europeo, o las distintas expresiones de “economía social”, “solidaria”, “del trabajo” en América Latina, ese conjunto de empresas e iniciativas económicas que no tienen como único fin las utilidades. Las experiencias de este tipo de empresas, del cooperativismo al microcrédito, en muchos casos han aligerado la carga del Estado brindado trabajo y dignidad a quien de otro modo sólo habría podido vivir del subsidio público.Es un gran desafío, que supone una relación de confianza y cooperación entre empresas privadas, Estado y empresas de la economía social, siguiendo roles complementarios y subsidiarios.La audacia de afrontarlo implica un profundo cambio cultural, que resalta un paradigma económico distinto, permitiendo así que la economía actual incorpore conceptos como solidaridad, gratuidad, altruismo, fraternidad: para que el factor inclusivo sea la dignidad que confiere el trabajo, allí donde el mero mercado sólo podría crear exclusión.
Alberto Barlocci. Abogado y periodista. Director de la revista Ciudad Nueva

1 comentario:

Carol Crisosto dijo...

grax por los mails te estaré visitando.