jueves, agosto 11, 2011

La violencia del modelo y la violencia juvenil.


Los encapuchados de hoy, el lumpen de siempre, los flaites, las masas inconscientes, los marginados, los pobres en definitiva la pesadilla de los que más tienen, como en Los Invasores de Egon Wolf.

Los inmigrantes y vándalos ingleses que destruyen e incendian todo lo que encuentran a su paso en distintas ciudades del Reino Unido que, fastuosamente, celebró, hace poco tiempo, las bodas del príncipe.

Antes fueron los piqueteros en Argentina, los indignados en España, los jóvenes inmigrantes franceses, el caracazo en Venezuela.

Así, históricamente, podríamos hacer una larga lista de estallidos sociales muy violentos precedidos por situaciones de injusticia, en sociedades donde el lujo y la opulencia de unos pocos, a costa de la explotación de las mayorías, ahogaba y violentaba el derecho a una vida digna de quienes sin tener representación alguna, ni ser satisfechos en sus necesidades más básicas, no les quedó otra que expresar su rabia contenida de la forma más inadecuada para quienes vivimos en la “normalidad” .

En nuestro país, desde hace unos 30 años se ha venido consolidando un modelo económico capitalista neo liberal, orgullo de los gobiernos de la Concertación gobernante por 20 años, celebrado por la derecha que hoy tiene el poder. Este modelo nos ha colocado como uno de los países con la peor distribución del ingreso entre los de la OCDE, más del 65% de los trabajadores gana menos de $ 364.000, el 11% gana apenas el sueldo mínimo de $ 182.000. Esto sin hacer la distinción de empleos temporales e informales con ingresos variables que en muchos casos están bajo el ingreso mínimo mensual y el 85% menos de 4 ingresos mínimos mensuales es decir $728.000. El 19.5% de los jóvenes entre 18 a 25 años no realiza ninguna En este contexto subsisten familias que con muchísimo esfuerzo, intentan educar a sus hijos, alimentarse en forma adecuada, ahorrar para acceder a una vivienda, pagar arriendo o dividendo por la misma.

Esta situación, en la que una gran mayoría observa la opulencia de unos pocos que acceden a vacaciones en lugares exóticos, adquieren autos de lujo y viven segregados en barrios con acceso a servicios propios del primer mundo, es una agresión violenta a quienes viven en la estrechez, en el hacinamiento, endeudados y ahogados por el sistema que basa su exitismo en  el sufrimiento de muchos. Esta violencia que el modelo desata sobre los ciudadanos y especialmente sobre los jóvenes engendra respuestas violentas, ahí donde las esperanzas y los proyectos de vida no existen, ahí donde las políticas públicas de integración y rehabilitación han fracasado, ahí donde el sistema educacional expulsa, ahí donde nos cambiamos de vereda para evitar el rostro ajado por el alcohol u otra droga, ahí se están incubando  respuestas transgresoras y agresivas por parte de “los que sobran”.

Si el Gobierno no es capaz de leer en la violencia juvenil los síntomas de un modelo que se agota y solo la usa para deslegitimar el movimiento ciudadano que,  por ahora, se expresa en forma ordenada y pacífica, será, el mismo responsable de situaciones que hasta hace poco, obnubilados por nuestra imagen país, ni siquiera imaginábamos.


Carlos Cortés Segovia.
Profesor de Historia.

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