martes, octubre 11, 2005

Una reflexión en el Día del profesor.

En unos días más, el 16 de octubre, se celebra en Chile el día del profesor, ese día el Ministro de Educación dirigirá un conceptuoso saludo a los docentes de todo el país, los más pequeños llenarán de flores primaverales a maestras y maestros y les dedicarán declamaciones de versos de Gabriela Mistral "la Maestra de Chile". Los profesores olvidarán por algunas horas a todos quienes, desde distintos lugares, los señalan como los culpables de que nuestro crecimiento no vaya más rápido y de que nuevamente seamos estudiados como "un caso de desarrollo frustrado". Más aún, el día será propicio para evadir y aliviar la tensión del proceso de evaluación al que son sometidos.
Tanto el Mineduc como los sostenedores municipales han sobredimensionado la evaluación que, mediante un proceso engorroso y, en algunos casos, artificial, pretende corregir las deficiencias que suceden en el aula. Y si bien, por otra parte, la evaluación va a destacar a los profesores exitosos, esta está centrada en la actuación individual del evaluado, no apuntando a prácticas que tienen que ver con la colaboración para la operacionalización de un proyecto educativo, producto de políticas desarrolladas por la unidad educativa en su conjunto aunque, teoricamente, estos aspectos se consideren en los documentos, como el Marco de la Buena Enseñanza, que sostienen esta iniciativa. Sin duda que lo que sucede dentro del aula es muy importante y una buena actuación docente, allí, es vital, pero no es menos cierto que lo que sucede en todos los otros espacios de la escuela influye en una predisposición climática y anímica para que se produzcan aprendizajes significativos en el aula. Profesores bien evaluados y exitosos en el aula se constituyen en casos aislados y sus esfuerzos se diluyen en establecimientos sin liderazgos claros, sin proyectos educativos vivos y operantes y, por otro lado, docentes mal evaluados no verán luces en sus horizontes si no hay una comunidad educativa que los apoye para actualizar y mejorar sus prácticas.
Valga esta reflexión sobre la evaluación docente para destacar que hoy necesitamos buenos profesores, que recuperen su autoridad en medio de una sociedad que se hastía del poder, que sean capaces de trabajar en equipo, que incorporen las nuevas tecnologías, que más que "enseñadores" sean administradores de recursos de aprendizajes y que por sobre todo nunca dejen de ser sembradores de sueños en las mentes y en las almas de nuestros niños y niñas.

En este Día del Profesor un recuerdo para Quiteria Segovia Medina, Maestra Normalista, amante de sus discípulos y discípulas, preferentemente de los más pobres, dirigenta del magisterio, política y actual habitante de algún lugar del cielo.

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