jueves, junio 22, 2006

AUSENCIA DE LA POESÍA


Hoy, circunstancialmente, escuché declamaciones de Pablo de Rokha, destempladas y vitales y vi y oí, en la TV, a Gonzalo Rojas modulado y melodioso, leyendo sus versos en Valparaíso. Esta noche he preguntado a mis dos hijos, que cursan secundaria, cuantos libros de poesía han tenido que leer en la asignatura de lenguaje, la respuesta ha sido: ninguno. No quiero establecer, a partir de la particular declaración de ellos, una conclusión negativa acerca de la ausencia de la poesía de las aulas patios y eventos de nuestras escuelas y liceos y, entiéndase, que no me refiero a los poemas chauvinistas que se obliga a repetir a niños y jóvenes en los actos, en que celebramos la violencia con la que, historicamente hemos resuelto nuestros conflictos dentro y fuera del país. Junto con las utopías, la poesía se ha ido alejando de los sueños, de los papeles, de los cuadernos, de las lecturas, privando a nuestros estudiantes de la imaginación, de las emociones, de la rabia escrita y dicha, de la musicalidad del verbo, aun en medio de una rima caótica, que expresa la singularidad de una mirada sobre la vida y el mundo.
A nuestra educación le falta poesía, le faltan maestros que declamen nuevos y desconocidos mundos, que provean de papeles, lápices y hojas de colores para que los versos dibujen las esperanzas, los amores y las penas de nuestros chiquillos, sonante y asonantemente, con el orden o el desorden que cada uno quiera darle. Necesitamos muchas voces armónicas y disonantes que produzcan el discurso que necesitamos para ser, en definitiva, más humanos en esta copia feliz del mercado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Carlos, quién mejor que tú para notar esta ausencia de poesía, ya que aún recuerdo encuentros en los que pedirte un poema tuyo o una declamación de poemas ajenos, no era extraño.
La poesía nos seguía y nos perseguía en aquellos años de dictadura, y quizás no será esa la causa, en la que la poesía parece ser la VOZ de los que no la tienen.
A falta de programas formales, en mi hogar no faltan los libros de poemas, de los combativos y de los de amor, que no son sino lo mismo.
Un saludo, Mauricio.