jueves, diciembre 21, 2006

NAVIDAD



Navidad da lugar a ventas abrumadoras, felicitaciones con tarjetas apropiadas, intercambio de regalos, programas televisivos especiales, discursos de los mandatarios, salas de fiestas y comidas suculentas. Con razón puede decirse que uno de los protagonistas más destacados de la Navidad es hoy el consumo, polo opuesto a lo que es estrictamente la Navidad cristiana. Contrasta el nacimiento pobre de Jesús con el comercio navideño que nos invita al derroche. La Navidad primera fue solidaria, oculta, liberadora. La Navidad actual engendra consumismo, emulación y gastos desmedidos.


En los días navideños, que coinciden con el final del año viejo, se desorbita todo, quizá por ser un tiempo intensamente festivo, entrañable y popular. Hay obsesión por comprar regalos, sean teléfonos móviles y velas sugestivas, colonias y perfumes, corbatas y pañuelos, libros, vídeos y discos compactos. Se ven las calles abarrotadas de gente con bolsas vistosas, repletas de obsequios. En la Navidad comercial hay mucho ruido, música a todo volumen, consumismo y masificación. Como contrapartida, da trabajo extra a multitud de vendedores, conductores, carteros y barrenderos.


La Navidad cristiana

Ante la multiplicidad de significados navideños, los cristianos se preguntan por el sentido cristiano de la Navidad. Responden que su celebración exige voluntad de vivirla a la luz de la fe, en un clima de recogimiento y de paz, de cercanía, desprendimiento y amor. Litúrgicamente, Navidad pone el acento en las raíces subversivas del «Dios con nosotros», cercano a pastores y sabios y alejado de dominadores, adinerados, altaneros y poderosos. Celebra el alumbramiento de María, en peregrinación, de noche, con testigos pobres, en medio de alabanzas celestiales.
Para los cristianos creyentes y practicantes, Navidad es cercanía de Dios, adoración del Niño, opción por los pobres, memoria de solidaridad y apelación de fraternidad, libertad y paz. La Navidad cristiana se centra en la encamación del Salvador, en su compasión por la humanidad a la deriva, en su identificación con el pueblo sencillo, en su amor por todos. El sentido de la fiesta litúrgica navideña está en los relatos de la infancia de Jesús, que proclaman evangélicamente el nacimiento del Hijo de Dios.

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