sábado, marzo 24, 2007

Pascua de Oscar Romero.


Junto a don Raúl Silva Henríquez, Enrique Alvear, Helder Cámara, don Oscar Romero es un ejemplo de conversión radical al Evangelio, que pone frente a nosotros la opción de la adoración de los ídolos del poder y la riqueza o la del amor más grande que llama a padecer por causa de la justicia e, incluso, dar la vida por los que sufren, a la manera de Jesús. Hoy que se conmemora la Pascua de don Oscar Romero, recordamos a aquel sacerdote y obispo de una tremenda bondad que servía a su Iglesia cumpliendo sus mandamientos y apegado a sus formas y, no necesariamente vinculando su acción pastoral con la contingencia social. Su nombramiento como Obispo de San Salvador provocó desaliento en los sectores que luchaban por el respeto a los derechos humanos, sin embargo el asesinato del jesuita Rutilio Grande, su amigo, lo pone frente a la opción de seguir siendo un pastor tranquilo en su rol o, radicalmente, como Jesús, asumir la causa de los perseguidos por las fuerzas militares que gobernaban con un regimen de terror a El Salvador en 1977. Su compromiso valiente trajo como consecuencia que en un día como hoy en 1980, fuese asesinado por agentes del gobierno cuando hacía misa.


Su ejemplo actualiza la necesidad de renovar en la Iglesia Latinoamericana la continuidad de la "opción por los pobres" en la próxima Conferencia de Aparecida, sin embargo la presencia de Benedicto XVI (Ratzinger), que acaba de suspender al teólogo jesuita salvadoreño Jon Sobrino, en la Conferencia nos pone pesimistas por una parte y alertas para reorganizarnos como laicado militante en la construcción del Reino en América Latina.


1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Laicado militante?
¿siguiendo las directrices de (san) Che Guevara?
O sea, odiar hasta que duela.