martes, abril 24, 2007

El Cardenal Raúl Silva Henríquez y los Trabajadores


En tiempos de dictadura militar, en Chile, la voz valiente del Cardenal Raúl Sila Henríquez se levantó para defender los derechos de los perseguidos y así como fundó la Vicaría de la Solidaridad organizó y dió vida a la Vicaría de Pastoral Obrera que se preocupó de mantener vivo el movimiento de los trabajadores y la esperanza en un orden distinto donde el trabajador y el trabajo tuvieran la importancia que tienen otros elementos del sistema laboral. Al Cardenal, como a Jesús no le importó el que pudieran decir los fariseos de la época y extendió su mano a todo aquel que lo necesitara. Cada 1 de mayo el Cardenal celebró junto a los trabajadores su día pronunciando homilías de denuncia y anuncio de un nuevo Chile. Hoy cuando los empresarios se frotan las manos observando las ganacias que obtienen en un país donde los trabajadores todavía no son respetados en sus derechos, reproducimos parte de las palabras pronunciadas por el Cardenal el 1 de mayo de 1976, a la luz de los últimos acontecimientos, ellas no han perdido vigencia.

"Profesamos un profundo respeto a la Economía, como ciencia, y a quienes la
cultivan con honesto ánimo de contribuir a la reconstrucción nacional; pero
debemos recordar que “la Economía está sometida al hombre y a su servicio. Y
la única manera de evitar las terribles miserias sociales... es oír la voz de
quienes las sufren. Hay muchas maneras de resolver los problemas
económicos. Pero ninguna es buena si no toma en cuenta, si no invita a
participar a todos los que habrán de poner el esfuerzo y sufrir las consecuencias
(Evangelio y Paz, III parte, B. 4).
Acabamos de mencionar un segundo valor, un segundo derecho arraigado en
la naturaleza misma del hombre y que en la época actual ya no puede ser
desconocido: el derecho a participar. “Una mayor participación en las responsabilidades
y en las decisiones -ha dicho Pablo VI- es una exigencia actual del
hombre. Un orden económico que produjera mucha riqueza y la distribuyera
ecuánimemente sería todavía injusto, si pusiera en peligro la dignidad humana
del trabajador, o debilitara su sentido de responsabilidad, o le impidiera la libre
expresión de su iniciativa propia, enseña Juan XXIII (Mater et Magistra, 82-
83). Uno de los signos del tiempo actual -dirá el mismo Papa- es el reclamo de
los trabajadores de todo el mundo, de que no se les considere nunca simples
objetos carentes de razón y libertad, sometidos al uso arbitrario de los demás,
sino como hombres en todos los sectores de la sociedad: en el orden
económico y social, en el político y cultural” (Pacem in Terris, 40).
Igualdad y participación -precisará Pablo VI- son, las dos, formas de la
dignidad del hombre y de su libertad. Y para el porvenir de una sociedad
importan no sólo la cantidad y variedad de los bienes producidos y consumidos,
sino también la forma y la verdad de las relaciones humanas, el grado de
participación y de responsabilidad. (Octogessima Adveniens, 22.)
Se trata, como se ve, de que los hombres -y particularmente los trabajadorespuedan
asumir su rol de sujetos y no de objetos de la Historia. Que puedan
elegir y decidir su destino, en lugar de recibirlo, pasiva y silenciosamente, de
otros; aportar su experiencia y ejercer su responsabilidad, como lo exige su
naturaleza de personas libres y el desarrollo económico, social y político de la
época contemporánea (Mater et Magistra, 92 y 93)".

1 comentario:

Anónimo dijo...

En los terribles tiempos del intento de implantar la dictadura del proletariado en Chile por la via armada (gobierno de la Unidad Popular), el Cardenal Silva Henriquez mantuvo un silencio còmplice.
No defendió al pueblo catòlico perseguido, ni a su fe.