miércoles, diciembre 14, 2005

NO DA LO MISMO.

El domingo 11 de diciembre, en forma ordenada y responsable los chilenos acudimos a las urnas para depositar nuestros votos en elecciones simultáneas de Senadores, Diputados y Presidente de la República. Hasta ese día se esperaba una definición entre cuatro candidatos a la más alta investidura política de la nación, sin embargo la atención estaba centrada en lo que significaba y significa el enfrentamiento entre dos visiones de sociedad que, pese a la estabilidad del sistema en esta transición, ha tensionado e incluso dañado la vida de muchos chilenos que observan como, por un lado, un sector representado por la Concertación de Partidos por la Democracia trata de construir un país donde la mayoría pueda disfrutar de los beneficios que debieran generar las mayores utilidades de la actividad productiva, exportadora y de servicios, mediante una distribución equitativa del ingreso y por otro lado un sector, la Alianza Democrática, que defiende el modelo que a la sombra de la dictadura de Pinochet construyeron tranquilamente.

Hoy, despues de tres gobiernos de la Concertación, existe consenso de que la distribución del ingreso en Chile es mala sin embargo a la hora de definir vias de superación estas dos visiones de país colisionan, la Alianza apuesta a más crecimiento y la Concertación, en algunos casos, a mecanismos tributarios que posibiliten más inversión social para mejorar la calidad de vida de aquellos que el sistema de mercado, si no es humanizado, va dejando atras. Este sistema montado y amarrado por los mismos sectores que hoy ofrecen algunos cambios fue duramente condenado por el Papa Juan Pablo II, así en su cuarto viaje a México en 1989, dijo:
“Cada vez más, en muchos países americanos impera un sistema conocido como neoliberalismo; sistema que haciendo referencia a una concepción economicista del hombre, considera las ganancias y las leyes del mercado como parámetros absolutos en detrimento de la dignidad y del respeto de las personas y los pueblos. Dicho sistema se ha convertido, a veces, en una justificación ideológica de algunas actitudes y modos de obrar en el campo social y político, que causan la marginación de los más débiles. De hecho, los pobres son cada vez más numerosos, víctimas de determinadas políticas y de estructuras fuertemente injustas”.

Los chilenos hemos pagado muy caro por la imagen de éxito que nuestros empresarios muestran al mundo, en muchos casos esos éxitos se fundan en sueldos mínimos, en condiciones de trabajo indignas e inseguras y en un empleo precario e inestable, este estado de cosas se vive en muchas empresas privadas y afecta principalmente a trabajadores del comercio, campesinos y campesinas temporeras, jóvenes, obreros de la construcción que padecen de frecuentes accidentes por la falta de seguridad y un gran número de personas que laboran sin poder cotizar previsión para jubilar o tener un sistema de salud que lo proteja. Todo esto no es casual, ni fruto de un problema temporal, es parte del diseño de mercado que conviene a los grandes consorcios, mano de obra barata y disponible, gracias a una cesantía estructural y funcional al modelo.

Otra de las expresiones de violencia institucionalizada en Chile es el sistema de pensiones creado durante la dictadura por el economista José Piñera, hermano de Sebastián representante de la Alianza por Chile en las elecciones presidenciales. Producto de este sistema los chilenos que tienen un trabajo, relativamente estable, deben entregar sus descuentos previsionales a empresas que lo administran generando ganacias espectaculares, pagando altos dividendos a sus altos ejecutivos y devolviendo pensiones miserables a quienes despues de una vida de trabajo quieren descansar y lo único que consiguen es comenzar a sufrir.

No creo en una visión maniquea de los seres humanos y es posible que personas que han sostenido y usufructado del modelo puedan darse cuenta de lo perverso que es este, hace algunas semanas, en una entrevista el economista de derecha Felipe Lamarca se refirió a estos mismos temas en forma muy dura y es bueno darse cuenta que aquellos que se siguen enriqueciendo en este mercado fueron los primeros en salir a descalificarlo, esos son los mismos que hoy están detras de la candidatura a presidente de Sebastián Piñera magnate mayor en las filas de la plutocracia chilena.

Por eso que no es lo mismo el proyecto de la Concertación, representado por Michelle Bachelet, que pretende avanzar en la superación de las desigualdades vergonzosas, en humanizar las relaciones laborales, en cuidar el medio ambiente que también es sometido a la depredación salvaje de la maquinaria productiva, en reformar el sistema de pensiones para asegurar un descanso y una posibilidad de seguir creciendo a nuestros adultos mayores, que el seudo democráta y humanista cristiano de última hora que quiere representar Sebastián Piñera.

Porque no estamos en este mundo a la deriva, sin tener posiciones y sin ser capaces de lavantar la voz para expresar lo que pensamos digamosle a muchos, que se dejan seducir por una sonrisa mediatica atravesando la pantalla, que NO DA LO MISMO, eso sí expliquémosles porque

2 comentarios:

cristian dijo...

¡ Te encuentro toda la razón! No da lo mismo Piñera que Bachelet. El electorado no se puede dejar llevar por una sonrisa medi{atica, que ha sido casi el único argumento que ha mostrado Bachelet. Aunque lo que ocurrió ayer con sus acusaciones a Piñera, dichas y luego desmentidas, es más que una sonrisa medi{atica. es una verguenza...

cristian dijo...
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